Mi experiencia como profesor voluntario para esta ONG ha sido
más negativa que positiva. Decidí participar en este programa
principalmente por aprender una nueva metodología de enseñanza de
idiomas, y ampliar mis conocimientos sobre temas sociales que se
iban a tratar durante el viaje. A priori me pareció un proyecto
bonito el de ir recorriendo países transmitiendo un mensaje de paz,
pero después de terminar el viaje, ninguna de estas motivaciones
cumplió mis expectativas, y mi participación se convirtió en
decepción y casi en pesadilla debido a las condiciones de trabajo y
alojamiento en las que se desarrolló, y que me ha parecido oportuno
compartir en mi blog.
En el periodo de formación, tanto a distancia como en las
oficinas de las ONG, la primera impresión que tuve de esta
organización fue buena. Posteriormente comprobé que la formación
que recibí no se correspondió totalmente con el trabajo que
desempeñé. Las posibilidades que tuve de participar en eventos
relacionados con las actividades de la ONG fueron mínimas, la
profesionalidad de los coordinadores fue más bien poca, y el
desarrollo del programa de actividades bastante desorganizado con
cambios continuos de ultima hora. Una vez en el barco,
frecuentemente nos pidieron flexibilidad, sin embargo a mi me
pareció una organización bastante estricta, que repite
constantemente sus reglas y prohibiciones, así como las
consecuencias de no cumplirlas.
La mayor parte del tiempo de trabajo no lo pasé desempeñando
labores propias de un profesor, sino más bien de un animador, y a
veces, propias de un camarero, incluso de un mozo de carga y
descarga. No me importa hacer este tipo de actividades pero me
hubiera gustado que me hubieran informado con anterioridad, antes
de dejar mi país de residencia y aceptar un puesto de trabajo no
remunerado. De los 80 días de duración del viaje, apenas tuve un
día completo de descanso, se supone que los días que se llega a
puerto es un día libre para el profesor, pero aun así, en algunos
puertos, dependiendo de la hora de llegada y partida del barco,
tuve que trabajar o asistir a reuniones.
Noté un cierto desorden en la planificación, y un enrevesamiento
a la hora de transmitir la información, haciéndolo de una forma
compleja, utilizando numerosos códigos y acrónimos, que aun
pudiendo resultar esto mas interesante, vi innecesario en un
programa de corta duración como este. En mi opinión, precisaron
poco al tratar la organización de determinados eventos, y se
centraron más en las obligaciones del voluntario, oi poco sobre los
derechos del voluntario, en definitiva me sentí poco respaldado por
la organización. El proceder de los coordinadores me resultó rudo,
incluso me parecieron maleducados, algunas veces burlándose de la
actitud de los participantes japoneses, y otras veces tratando a
los voluntarios y a los estudiantes del programa GET como a
niños.
Al ser un puesto de voluntario, este no es remunerado, pero el
voluntario no tiene que pagar el viaje en el barco ni las tres
comidas principales, aunque si tiene que correr con otros gastos de
desplazamiento y manutención antes, durante, y después del viaje.
Estos gastos pueden oscilar entre los 2000 y los 4000 dólares
americanos, según las necesidades de cada uno. Además, para poder
participar en el programa como profesor voluntario hay que
facilitar el número de tarjeta de crédito (no se aceptan tarjetas
de débito), o entregar un depósito en efectivo (en mi opinion una
cantidad desproporcionada para un puesto de voluntario). En el
barco los precios vienen en Yenes, pero no se pueden utilizar
monedas o billetes, a los participantes se les entrega una tarjeta
de código de barras para que realicen sus compras. Pues bien,
cuando se firma el contrato, el último día de la formación por
cierto, el voluntario acepta poner su tarjeta de crédito o depósito
a disposición de Peace Boat en el caso de que el profesor
voluntario no continúe el viaje. En este caso la organización se
cobrará la cantidad de dinero que considere oportuna, lo que le
cueste traer un voluntario de reemplazo desde cualquier otro país
del mundo.
Peace Boat se define como una organización no gubernamental y no
lucrativa, y que entre otros fines, tiene el de trabajar para
promover el respeto por el medio ambiente y organizar programas de
turismo responsable. Pues bien, el barco en el que hacen los viajes
actualmente (The Oceanic), va soltando una humareda de color negro
contaminando cada rincón del planeta que visita. Según lo que me
comentaron varios integrantes de la tripulación, es un barco que
tiene casi cincuenta años de vida, al que hay que hacerle
reparaciones continuas ya que las averías se suceden, y al que
seguramente no le den más permisos para viajar próximamente.
Citando las palabras de uno de los responsables del mantenimiento
del barco, que lleva años viajando con Peace Boat, dijo: "Estos
japoneses no hacen más que comprar barcos viejos".
Otros barcos anteriores de Peace Boat fueron retenidos en
algunos de los puertos que visitaron por no cumplir las medidas de
seguridad.
Hay que tener en cuenta que gran parte del tiempo de estos 80
días que dura el programa, se pasa dentro del barco, ya que la
estancia en los puertos no suele pasar de medio día. La mayoría de
las habitaciones destinadas a los profesores no tienen ventanas,
están situadas en la planta que está justo encima de las salas de
máquinas, el calor y los ruidos que llegan a estas habitaciones
dificultan el tiempo de descanso y las horas de sueño. Esto, sumado
a un sistema de ventilación deficiente y a los movimientos propios
de un barco, pueden hacer del viaje una pesadilla en lugar de un
crucero agradable. Los ruidos durante la madrugada pueden llegar a
multiplicarse cuando el barco se está acercando a puerto, los
pitidos y los martillazos que se escuchan en las habitaciones de
los profesores a veces son insoportables, lo que significa que la
noche antes de cada puerto, el poco tiempo que se tiene para hacer
algo de turismo, es posible que no se haya descansado lo
suficiente. Y lo peor es saber que hay muchas habitaciones vacías
en otras plantas del barco que no se utilizan durante el viaje y
que no se ofrecen a los profesores.
En mi opinión, en el viaje que yo participé, al profesor
voluntario se le sobrecargó de tareas. Algunas actividades dijeron
ser optativas pero de una manera u otra nos obligaron a hacerlas,
las últimas semanas del viaje yo opté por no hacer algunas de estas
actividades y me señalaron como persona que no quiso trabajar en
equipo. Creo que lo que intentaron es tenernos ocupados todo el
tiempo posible, aun realizando tareas poco relevantes y a veces sin
mucho sentido. También se encargaron de tratar de organizar nuestro
tiempo libre creando un ambiente de trabajo continuo y no haciendo
distinción entre tiempo de trabajo y tiempo de ocio personal. A
menudo me preguntaron dónde estaba y qué estaba haciendo. El
ambiente de trabajo diario, no el trabajo en si, sobrepasó las 8
horas, pudiendo llegar hasta 16 horas, estando repartidas de manera
desigual a lo largo del día, solíamos empezar a trabajar a las 8.30
de la mañana y a veces terminábamos de madrugada. Para la
preparación de algunos eventos, se entró en una dinámica de
reuniones continuas posponiendo las decisiones para una próxima
reunión. A esto había que sumarle la reunión diaria que hay antes
de la cena, solía durar una hora pero con cierta frecuenciá llegaba
a durar una hora y media, me pareció que en estas reuniones se
perdió mucho el tiempo, no se avanzó en temas pendientes y se
entretuvieron en temas sin trascendencia, esto favoreció las
decisiones de última hora, trabajos apresurados, y jornadas que
sobrepasaron la madrugada debido a la mala planificación.
En cuanto a beber alcohol dentro del barco, me pareció que se
favoreció el consumo de este, con cierta frecuencia tuve que
asistir a fiestas, en las que de una manera u otra estuve obligado
a consumir al menos una bebida para poder hacer el brindis de rigor
y actuar en consonancia con el resto del equipo de profesores. Lo
que me pareció preocupante es el hecho de que una de las
coordinadoras también bebió durante las reuniones diarias de
trabajo, llegando a perder el control en una de ellas, gritando a
uno de los profesores por mostrar su desacuerdo con el sistema de
control y trabajo impuestos al profesor voluntario. Otra de las
coordinadoras también insultó a un profesor durante otra reunión.
Estas coordinadoras del programa GET son Pania LINCOLN, y TAKAHASHI
Maho, respectivamente. Creo que estas personas olvidan que están
trabajando para una organización que defiende la paz en situaciones
de conflicto, y no deberían gritar o insultar a otras personas que,
de manera respetuosa, opinan de una forma distinta. En general, el
trato que recibí por parte de los cordinadores me pareció
autoritario, intimidatorio, y a veces despectivo. Creo que
sobrevaloran lo poco que ofrecieron al voluntario y se encargaron
de recordarle continuamente lo que le podía pasar si no cumplía con
las reglas o con sus obligaciones. Por ejemplo, esto ocurrió con la
participación del profesor en algunas actividades de la ONG, las
cosas que se podía hacer durante el tiempo libre en los puertos y
la hora límite de regreso al barco (los profesores voluntarios
tienen que volver antes que el resto de los participantes). Todo
esto que nos limitaron, para mi fueron las cosas que a priori me
parcieron más interesantes del puesto de profesor voluntario.
Los precios para los voluntarios son los mismos que para los
pasajeros, siendo inferior para el resto de la tripulación del
barco, y llegando a una diferencia del 50% en la tarjeta de
Internet (un bien básico que muchas organizaciones luchan por su
gratuidad). Además, de que hoy día, Internet es una herramienta
fundamental para el profesor a la hora de preparar sus lecciones.
La tarjeta de internet que tienen a la venta es de 60 minutos de
conexión y cuesta 20 dólares, al ser la conexión extremadamente
lenta, la información que se puede consultar es relativamente poca,
y puede que enviar un simple email consuma varios minutos de
conexión. Si no se compra una tarjeta de internet, uno se queda
literalmente aislado del mundo exterior durante 80 días (familia,
amigos, noticias de tu país, etc), ya que la organización no ofrece
noticias del exterior solo en casos excepcionales y a veces
censurada. Encontrar un cibercafé en los puertos puede resultar
difícil, además de que esta tarea puede ocupar parte del poco
tiempo libre que el voluntario tiene para conocer el país que se
visita. Me dio la impresión que se aprovechan del voluntario, tanto
en lo económico y como el trabajo a realizar, los dos últimos días
del viaje, cuando algunos voluntarios estábamos muy cansados o
enfermos, nos hicieron cargar y descargar los equipajes de casi un
millar de participantes, sin embargo, esta tarea de carga de
equipajes, al inicio del viaje fue llevada a cabo por una empresa
de transportes, y fue un servicio de pago para el participante,
incluido el voluntario.
Para mi una de las experiencias más desagradables de mi
participación fue la de escuchar las historias de muchas jóvenes
que en Japón son agredidas sexualmente ante la pasividad de algunos
testigos, esto ocurre en los transportes públicos y en otros
lugares. Pues bien, estas agresiones también ocurrieron dentro del
barco por una persona al menos, la cual llegó a cometer un delito
de agresión sexual. Desgraciadamente el agresor no fue detenido y
los hechos no fueron revelados por la organización a las
participantes, exponiéndolas a que pudieran sufrir estas
agresiones. Fue muy decepcionante ver como la organización no ha
denunció públicamente este delito por temor a la repercusión
negativa que pueda tener para su imagen y posible perjuicio
económico. Creo que Peace Boat, como ONG japonesa que es, podría
luchar por la PAZ de las mujeres en su propia sociedad, y denunciar
este tipo de abusos tomando medidas más contundentes de las que se
tomaron en el barco, y que se tomaron una vez que no pudieron
ocultar más los hechos ocurridos, para los que también nos pidieron
silencio y cooperación. A día de hoy, dudo que esta persona que
cometió el delito sexual dentro del barco haya sido puesta a
disposición judicial en Japón, ya que la organización intentó que
estos hechos no se difundieran. Esta persona no fue expulsada del
barco, y sin embargo una de las cuatro víctimas tuvo que abandonar
el viaje por no querer compartir el mismo espacio que el agresor,
el cual seguía bebiendo y habitando zonas comunes. En el barco no
vi ninguna medida de control o prevención para que los jóvenes
compren y consuman grandes cantidades de alcohol durante el
viaje.
El grupo Peace Boat no solo está compuesto por la ONG, también
por una agencia de viajes llamada Japan Grace, es la empresa
encargada de facturar los tours que se organizan en cada puerto y
otros servicios que se prestan relativos al viaje, incluyendo todo
lo que consumen el millar de participantes en los bares y tienda
del barco. Los tours que organiza esta agencia suelen tener unos
precios muy altos y por lo que pude comprobar no merece la pena el
dinero que se paga por ellos. El profesor voluntario puede
participar en estos tours solo si el resto de los participantes ha
dejado alguna plaza vacante, no puede elegir.
En los cinco meses que he estado en contacto con Peace Boat, me
ha parecido una organización poco transparente, llena de
contradiciones, e inflexible, que se preocupa demasiado por imponer
una serie de reglas y prohibiciones, algunas absurdas a mi
entender, y otras que atentan contra la libertad de pensamiento y
decisión del individuo. Con frecuencia utilizan la herramienta del
miedo para controlar a los participantes, siendo esta una táctica
no muy pacífica en mi opinión. La información que ofrecen se suele
maquillar antes de presentarse. Además de que existe un pesada
burocracia interna para el uso de cualquier recurso por parte de
los participantes, al mismo tiempo la organización malgasta otra
serie de recursos para simple uso decorativo, mi impresión fue que
se valora más la apariencia que el contenido.
En uno de los viajes anteriores, coincidiendo con el terremoto y
escape radiactivo ocurridos en Japón, a los participantes les
dosificaron la información, manipulándola a su interés. Esto
provocó que casi la mitad del equipo de profesores voluntarios
renunciara a terminar el viaje y decidiera abandonar el barco en el
último puerto antes de regresar a Japón, debido a la desinformación
y a la poca confianza que tuvieron en la información que les
transmitió Peace Boat. A pesar de que la organización permitió en
esta ocasión que los profesores pudieran consultar gratuitamente
las noticias en Internet, esto no fue suficiente para que los
profesores cambiaran su decisión.
Este viaje es la actividad más relevante del grupo Peace Boat, e
intentan recaudar los máximos fondos posibles de todos los
participantes, incluyendo los profesores voluntarios. Algunas veces
lo hacen manipulando la información de forma obvia y descarada,
llegando a omitir datos para conseguir este fin económico,
obligándote, de una forma u otra, a consumir el servicio que ellos
ofrecen. Para colmo, piden a los profesores que colaboren con esta
manera de proceder y ayuden a transmitir este mensaje al resto de
los participantes. También pude ver como se desentienden de
cualquier responsabilidad cuando surgen determinados problemas, no
tomando acciones y dedicándose a cuestionar la situación. El grupo
Peace Boat ya ha sido denunciado anteriormente por otros
participantes.