La educación puede jugar un papel fundamental en cerrar la brecha entre la abundancia cultural y la paucidad política y económica en América Latina al brindar oportunidades de desarrollo personal y social, fomentar la equidad y la inclusión, y promover el pensamiento crítico y la participación ciudadana. Una educación de calidad puede empoderar a las personas para impulsar cambios positivos en sus comunidades y sociedades.